A veces el deseo no desaparece, solo se esconde entre el cansancio, las rutinas y la exigencia de “estar bien”.
No es que hayas perdido algo, sino que llevas mucho tiempo viviendo en modo automático, desconectada de lo que sientes, de lo que necesitas y de lo que te hace bien.
El deseo no empieza en la intimidad física, sino en la forma en que te miras, te hablas y te permites estar presente contigo. Porque el deseo no aparece por obligación, sino cuando vuelves a sentirte cómoda contigo misma.
Cuando el deseo se apaga
Quizás antes te sentías más libre, más conectada contigo, más curiosa por lo que te hacía bien… pero hoy simplemente no te nace. Y no es que haya algo mal en ti, es solo que el deseo cambia, igual que tú, y a veces se esconde cuando hay agotamiento, autoexigencia o desconexión emocional.
Con el ritmo del día a día, dejamos de escucharnos, de darnos pausa, de registrar lo que realmente necesitamos.
Y ahí es donde el deseo empieza a apagarse, no porque desaparezca, sino porque ya no encuentra espacio para expresarse.
Lo que solemos llamar “falta de deseo” muchas veces es solo falta de espacio para nosotras mismas. Porque cuando todo se vuelve tarea o responsabilidad, la conexión con el cuerpo se debilita, y con ella también el deseo.

Cómo volver a sentir deseo sin presionarte
Reconectar con el deseo no debería sentirse como una meta ni una obligación. Solo necesitas regresar a ti, paso a paso, desde la calma y sin presión, mirándote con honestidad y presencia.
1. Mírate sin juicio, incluso si hoy te cuesta conectar con tu cuerpo
No se trata de provocar el deseo, sino de permitirte estar contigo, sin expectativas. Pregúntate con honestidad:
¿Cómo me estoy sintiendo en mi cuerpo hoy? ¿Qué necesito que mi cuerpo reciba hoy: descanso, pausa o cuidado?
Escucharte sin esperar resultados ya es una forma de abrir espacio al deseo, porque nace justo ahí: donde vuelves a estar contigo.
2. Permítete momentos que te acerquen a ti
El deseo no florece desde la exigencia, sino desde la conexión. Puedes regalarte pequeños instantes que te hagan sentir más presente como una caminata tranquila, una ducha consciente, escuchar música que te acompañe o simplemente descansar sin culpa.
Esos momentos de encuentro cotidiano son suficientes para recordarte que tu cuerpo sigue siendo un lugar donde puedes sentirte viva.
3. Muévete para volver a sentirte en ti
A veces, lo que más ayuda a reconectar con el deseo no es pensar en él, sino permitir que el cuerpo hable.
Puedes probar algo tan simple como bailar con los ojos cerrados, moverte sin ritmo ni plan, solo dejando que tus manos, tu respiración o tus caderas encuentren su propio compás.
No se trata de hacerlo bien, sino de darte permiso para volver a sentir tu cuerpo desde adentro, sin juicio ni expectativa. En ese movimiento libre y honesto, el deseo empieza a encontrar su lugar, sin prisa y a tu ritmo.
El deseo propio no se impone, se redescubre
Volver a sentir deseo no significa recuperar una versión anterior de ti, sino reconocer cómo te sientes hoy y qué necesitas en este momento.
Cada vez que eliges descansar sin culpa, moverte con libertad o mirarte con ternura, estás nutriendo el deseo desde un lugar auténtico.
Porque el deseo no nace de la exigencia, sino del encuentro contigo misma, cuando te permites habitar tu cuerpo y sentir que estás viva.
Si hoy sientes que quieres abrir ese espacio, te invito a vivir la experiencia gratuita “5 días para empezar a elegirme”. una invitación para reconectar contigo, con tu cuerpo y con lo que te hace bien, sin prisa y sin presión.
Porque al final, no se trata de buscar el deseo, sino de volver a encontrarte.
Preguntas frecuentes sobre cómo volver a sentir deseo
El deseo puede apagarse por cansancio, estrés o desconexión emocional. No es una falla, sino una señal de que necesitas más espacio para ti.
Empieza por escucharte y mirarte sin exigencia. El deseo regresa cuando te sientes cómoda y presente contigo.
Sí. El deseo fluctúa según las etapas de tu vida, tu energía y tu bienestar. No se trata de obligación, sino de conexión.
Primero vuelve a ti. Cuando te sientes conectada contigo misma, el deseo compartido fluye con más naturalidad.
Es normal, porque tu cuerpo evoluciona contigo. Mirarte con aceptación puede ayudarte a recuperar cercanía y confianza.


